viernes, 2 de octubre de 2015

La Semilita

Era un día soleado de primavera, la pequeña Sole de 8 años y su hermano Dario de 6 años, fueron a pasear al campo a la casa de su abuela María.
Los llevó su padre, como hacía todas las primaveras, viajando por la ruta casi 2 horas.
Al llegar a la casa de su abuela, una casa vieja pero muy coqueta, los recibe Tony , el perro de la casa,  ya viejito, color blanco y negro, con el pelo largo, que no  deja ver su cara.






Tocaron la bocina del auto 2 veces y salió su abuelita a recibirlos, les preparó, como siempre una rica y abundante comida.
Risas y alegrías, historias y canciones, era lo que ocurrió ese día.
A llegar el atardecer, su padre, Antonio, se despidió de Sole y Darío, sin antes repetir con décima vez, que se portaran bien con la abuela, que la ayuden y no se alejen de la casa, el lunes pasaría a buscarlos.
Se dieron un beso y un fuerte abrazo, acompañaron corriendo y saludando con la mano en alto a su padre que se marchaba.
Al volver a la casa de su abuela, vieron cientos de mariposas volar hacia el cielo, cuatro sapos, que saltando y saltando iban hacia el lago, el perro que ladraba, con un palito en su boca, para jugar con ellos, pero Tony , siempre hacía lo mismo, buscaba su palito, pero no quería que se lo saquen, se escondía en su cucha.
La abuela llamó a los niños para ir a lavarse las manos y cenar, era temprano , pero la abuela siempre hacía la comida a las siete.
Luego de cenar, la abuela vio, que Sole y Darío, sacaron sus celulares y se pusieron a jugar, ella como siempre tomó su tejido y los observaba.
Después de un rato, en la casa , sólo se escuchaba el rechinar del sillón mecedor y el ruido de los celulares con esos juegos.

La abuela en un momento les propuso contar sus historias más divertidas, se acercaron a ella y comenzaron a contar cada una la suya propia.
Luego la abuela contó varias historias de niño de su padre Antonio, sin darse cuenta ya eran las doce en el reloj.
Se fueron a dormir, muy cansados, mañana sería un gran día.
Al amanecer, con el canto de los gallos, la abuela fue al galpón y sacó 2 bicicletas , una para cada uno, sería una gran sorpresa!!
Preparó el desayuno, como a ellos le gustaba, café con leche con 3 cucharadas de azúcar y tostadas con dulce de leche, para Darío, chocolatada caliente y alfajores de dulce de leche, para Sole.
Ah, también un tazón de leche tibia para el perro Tony.
Los niños se levantaron y desayunaron con la abuela, como siempre, todo estaba muy rico.
La abuela les dijo;
-Niños tengo una sorpresa, detrás del árbol de cerezos, que estaba en flor, busquen allí y verán la sorpresa!!
Fueron corriendo, y vieron las bicicletas, felices se subieron en ellas y comenzaron a pasear por el campo florecido.
La abuela les gritó;-
-No se vayan muy lejos!!!! al mediodía vuelvan!! , Tony ve con ellos!!!
Sole seguía a las mariposas de colores que revoloteaban de aquí para allá, Darío, seguía a Tony, su perro, hasta el río.
Entre el pastizal, las gramíneas con sus penachos que bailan, los cardos, jaras y Retamas, eran visitadas por bellas mariposas y abejas.
Sole iba por el camino a buscar a Darío, cuando ve unas bellas flores de color rosa, unas clavelinas silvestres, se bajó de su bicicleta y se agachó para recogerla, una mariposa bella se posó antes sobre las flores, tomó un ramito de ellas y se fue al encuentro de Darío.

De regreso a la casa de su abuela, las puso en agua, en un bonito florero.
Pasaron los cuatro díás de aventuras y alegrías, llegaba el momento que su padre vendría a buscarlos, prepararon los bolsos y recuerdos de este viaje, Sole, miró  las flores de clavelinas que estaban en el pequeño jarrón, dudaba en llevarlas a su casa, eran tan  bonitas...su abuela le dijo que las pondría sobre un poco de algodón húmedo y en una bolsa para que se las lleve de recuerdo.
Faltaban dos horas y papá vendría con el auto, luego irían por la tarde a la escuela.
Su abuela comenzó a sentirse mal, mareada, todo le daba vueltas, la llevaron a la cama, ella les decía que no se asusten   que no pasaba nada, le dieron un vaso de agua y se quedaron con ella.
La bocina del auto sonó y le avisaron a su padre, sin pensarlo la llevó al hospital, con su auto, Sole y Darío la tomaban fuerte de la mano.
Allí llegó a la guardia, no estaba nada bien, su salud comenzó a empeorar, llegó la noche y el médico los llamó, le dijo al padre, -Lo lamento señor, su madre no va a pasar esta noche, su salud no está bien, su corazón no resiste, está mal desde hace mucho tiempo.
Se quedaron los tres con ella al costado de su cama, al llegar la madrugada, ella quiso hablar, los miró a los tres y con una sonrisa en sus labios, al cielo se fue.
Volvieron muy tristes a la vieja casa del campo, juntaron algunas cosas y se marcharon.
Sole, sacó las cosas de la mochila, y allí estaba muy maltratada las flores de clavelinas, le dijo a su madre que las iba a guardar dentro de las páginas de un libro, allí se quedaron .

Los días y semanas pasaron  y la casa del campo se puso en venta.
 Sole abrió ese viejo libro y encontró las flores secas, recordó esos bellos días junto a su abuela María, al tomarlas entre sus maños, vio unas pequeñas semillas, con alegría las sacó y las puso en una maceta con tierra. Se preguntó si germinarían.
Esa hermosa mariposa que se posó sobre la flor , aquel día, la polinizó  y así una semilla se formó.




Con mucho cariño, la cuidó y la semilla germinó y fue creciendo y dio hermosas flores, al mirarlas Sole , ve la cara de su abuela sonriente que la mira. Esas semillas fueron casi un milagro que la une a María, cada mariposa que vuela en su jardín es un recuerdo que nunca olvidará.


Autor: Sandra M.Gómez









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